sábado, diciembre 11, 2004

El peón Aznar


Aznar hace tiempo que decidió ser el peón de Bush, y como buen peón es mal estratega


El error más grande que, en mi opinión, cometió el expresidente del gobierno español, fue el de no aceptar y apoyar en la mañana del 11-M la tesis de que el atentado había sido perpetrado por el terrorismo internacional. Aunque esta idea pueda, en un primer momento, sorprendernos un poco, deberíamos estar de acuerdo en que esa fue la estrategia que siguió el tandem republicano Cheney-Bush. Si Aznar, después de la matanza de Atocha, hubiera aprovechado el dolor de la ciudadanía para generar unidad contra el terrorismo internacional (su principal estrategia contra ETA), quizás los resultados del 14-M hubiesen sido mucho más positivos para el Partido Popular. Esa fue la estrategia que utilizaron los halcones la mañana del 11-S en EEUU para convertir el dolor de sus ciudadanos en miedo, y así someterlos a su particular concepción de seguridad.
Aznar se precipitó, y su mala conciencia (y las fotografías de las Azores) le hizo pensar que la autoría islamista le señalaba como posible responsable de la matanza. En la soledad del poder, se decidió por hacernos creer durante sólo unos días que su mentira estaba vestida de verdad, y la paseó desnuda porque pensó que el poder nos acabaría convenciendo. Ese error le apartó avergonzado durante un tiempo del tablero, y ahora, siempre bajo las órdenes de la administración neoconservadora estadounidense, y desde la cátedra de Georgetown (literalmente: la ciudad de George), legitimado por el amigo, sigue planeando mezquinas estrategias apoyado por el peso del Pentágono. Tampoco es la primera vez que la derecha antidemócrata española se alía con el Todopderoso.
Hemos visto cómo la política intervencionista de EEUU nunca ha respetado ni la idea ni la práctica democrática, y ahora la vida política española está sufriendo sus métodos. Llevamos meses viendo cómo la oposición se ha convertido en obstrucción de la vida parlamentaria y cómo el prtido de Rajoy está devaluando la democracia en España. Lo hemos escuchado también en la comisión del 11-M, cómo se construían repetidas y falsas lógicas para legitimar una actuación inmoral.
La nueva estrategia de Aznar es ahora deslegitimar (y como siempre, no importa el cómo) la legislatura socialista para generar confusión y síntomas de debilidad. Sabe que el discurso va a endurecerse y ésta será su oportunidad para mostrar seguridad y firmeza, características de la derecha, frente a la complejidad del discurso progresista.
Puede que el razonamiento utilizado por Aznar para buscar relaciones entre ETA y el terrorismo islamista, nos lleve a pensar que también entre el terrorismo de Estado y los terrorismos internacionales hay misteriosas conexiones. Algo que no es del todo novedoso y que como siempre acaba señalando a la oscura mano invisible que mueve el mercado a puñetazos de ciego. Hemos desregularizado tanto el mercado y desresponsabilizado tanto a sus actores económicos, que muy probablemente nuestros ahorros estén financiando mediante fondos de inversión las nuevas y globalizadas transnacionales del terror. ¿Por qué, si mediante su rostro público, gente como Chenney hace enriquecer al capital Haliburton, no vamos a pensar que con su rostro privado estén alimentando al capital industrial que produce muerte? Convivimos con sistemas financieros que acaban limpiando enormes cantidades de dinero en los innumerables paraísos de los Sin Nombre SL. Seguimos costeando públicamente los desastres ecológicos y sociales que producen las grandes corporaciones que actúan sobre nuestros territorios sin asumir las consecuencias de sus explotaciones. Detrás de todo este despropósito, siguen estando los axiomas escritos en el Consenso de Washington, y las tesis neoliberales que globalizan nuestra frágil existencia.
¿Hasta cuándo?